miércoles, 9 de julio de 2014

La chica que necesitaba un abrazo

Ella estaba ahí, como siempre, sentada en su cama con la habitación vacía. Y tan vacía se sentía ella.
De día era una, feliz, siempre sonriendo y de buen humor. De noche, era otra.
No sabía para donde ir, estaba confundida, perdida con 100 caminos para elegir.
Una presión de parte de los del exterior, hacía que se encogiera aún mas. Y que sus sueños, gracias a ellos, quedaran encerrados en su cajita.
Miedo, esa palabra que la paralizaba. Miedo al miedo, miedo a todo, sobretodo miedo al futuro.
Escuchaba a todo el mundo, pero nadie la escuchaba a ella; solo dice tonterías.
Y se preguntaba ¿Alguien va a llegar a quererla como ella quiería a los demás?
Odiaba a toda persona que no hace nada para cambiar lo que no le gusta, se odiaba a ella misma. Pero ya no, hizo cambios, no funcionaron.
Ese monstruo, llamado pensamiento, siempre estaba ahí. Le llenaba la cabeza, con cosas que no quería escuchar. Igualmente lo hizo.
Aunque el dolor más grande, era sentirse sola. Sin nadie, sola. Y no sabía porque, ni lo entendía. No sabía como pedir ayuda, no le gustaba que la vean llorar. Si sabía que la soledad era su peor enemigo. Sabía que hay gente que la quiere. Simplemente se sentía sola.
Su dolor no lo conocía nadie, solo ella. Pero se cansó de que le duela, no sabía que hacer para arrancarlo. O si.
Quería que venga un salvador, que la mire a los ojos, que se de cuenta que pide ayuda a gritos y de corazón le de lo que necesita.  Un abrazo fuerte, largo y liberador.
Pero nadie lo hizo.

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